🌄La Presencia de Dios🌄

¿Qué es la presencia de Dios? La presencia de Dios es Dios mismo manifestándose a nosotros.

Y quiero empezar con la separación del hombre con Dios,

esto se encuentra en Génesis 3:6-10:

“La mujer se fijó en que el fruto del árbol sí se podía comer, y que sólo de verlo se antojaba y daban ganas de alcanzar sabiduría. Arrancó entonces uno de los frutos, y comió. Luego le dio a su esposo, que estaba allí con ella, y también él comió. En ese mismo instante se dieron cuenta de lo que habían hecho y de que estaban desnudos. Entonces tomaron unas hojas de higuera y las cosieron para cubrirse con ellas. Con el viento de la tarde, el hombre y su esposa oyeron que Dios iba y venía por el jardín, así que corrieron a esconderse de él entre los árboles.Pero Dios llamó al hombre y le preguntó:— ¿Dónde estás?Y el hombre le contestó:—Oí tu voz en el jardín y tuve miedo, pues estoy desnudo. Por eso corrí a esconderme.”

-Génesis 3:6-10

Antes de la caída de Adán y Eva, ellos gozaban del privilegio de disfrutar una intima relación y comunión con Dios. Desde el versículo 8, podemos ver que Dios caminaba diariamente por el jardín y que Adán y Eva disfrutaban de ese momento con El. Pero cuando eligieron confiar en el diablo en vez de Dios y desobedecer el mandato de Dios, pecaron. Su pecado origino la separación de Dios. El pecado da como resultado una separación de Dios.

“Isaías dijo: Dios tiene poder para salvar y tiene buenos oídos para oír. Pero la maldad de ustedes los ha separado de Dios. Sus pecados han hecho que Dios se tape los oídos y no quiera escucharlos.”

- Isaías 59:1-2

El resto de la Biblia trata del plan y el propósito de Dios hacia el pecado del hombre de manera que este pueda una vez más, disfrutar de su compañía y de su presencia. El resto de la Biblia es la historia de cómo Dios cumple la promesa de salvación de manera que el hombre pecador pueda nuevamente estar cerca de un Dios Santo.

En el libro de Éxodo, que es el segundo libro de la Biblia, nos encontramos con dos personajes principales, Moisés y el pueblo de Israel, en esta parte de la Biblia Dios libera de la esclavitud al pueblo de Israel. Dios separo a su pueblo Israel de los egipcios, por medio de las plagas; pero más importante aún, distinguió a Israel por Su Presencia.

El problema fue que los Israelitas eran un pueblo testarudo y pecador. La presencia de Dios se convertía en algo peligroso porque al ser un Dios Santo no podía estar cerca del pecado.

“Dios le dijo a Moisés: Deja este lugar y lleva al pueblo que sacaste de Egipto a la tierra que les prometí a Abraham, a Isaac y a Jacob. Yo les aseguré que esa tierra sería para sus descendientes. ¡Es tan rica que siempre hay abundancia de alimentos! Enviaré a mi ángel para que te guíe, y echaré de allí a todos los pueblos que no me obedecen. Diles a los israelitas que yo no iré con ellos. Son tan tercos que, si vuelven a pecar, hasta podría destruirlos en el camino. Por lo pronto, que se quiten sus joyas. Más tarde veré qué hago con ellos. Cuando Moisés les dijo esto, los israelitas se pusieron muy tristes, pues Dios los había reprendido con dureza.”

-Éxodo 33:1-5

Dios prometió que Israel recibiera la tierra prometida, pero no prometió que estaría presente entre su pueblo. Este pueblo pecador, simplemente no podía sobrevivir en la presencia de un Dios Santo. Sin embargo, Moisés no podía conformarse con nada más que no fuera que Dios morara en medio de su pueblo. Esto diferenciaba a Israel del resto de las naciones. Moisés le ruega a Dios, rechazando las bendiciones de Dios porque lo uno que quería era su presencia.

“Si eso es verdad, dime qué piensas hacer, para que yo también llegue a amarte y tú sigas confiando en mí. No olvides que este pueblo es tuyo y no mío. Dios le contestó: Yo mismo voy a acompañarte y te haré estar tranquilo. Moisés le dijo: Si no vas a acompañarnos, no nos pidas que salgamos de aquí. Acompáñanos, y seremos diferentes de los otros pueblos de esta tierra. ¿Cómo van a saber los israelitas que tú confías en mí, si no vienes con nosotros?

- Éxodo 33:13-16

Había una sola manera en que un pueblo pecador pudiera morar en la presencia de Dios y esta era su gracia. Dios podía morar en medio de un pueblo pecador, porque El es un Dios que perdona el pecado.

Por medio del tabernáculo, donde se encontraba el Lugar Santísimo, Dios podía morar en medio de un pueblo pecador. A solo ciertos Israelitas (Sacerdotes Levíticos), se les permitía entrar en ese lugar. La presencia de Dios se manifestaba en el Lugar Santísimo, donde no podía entrar algún hombre porque moriría de inmediato. Pero gracias a que Jesús murió, se rompió el velo de aquel lugar, y podemos gozar de la presencia del Señor.

“Hermanos, la sangre que Jesús derramó al morir nos permite ahora tener amistad con Dios, y entrar con toda libertad en el lugar más santo. Pues cuando Jesús murió, abrió la cortina que nos impedía el paso. Pero ahora Jesús está vivo, y por medio de él podemos acercarnos a Dios de un modo nuevo y distinto.”

-Hebreos 10:19-20

En el Antiguo Testamento Dios vivía en medio de su pueblo que era Israel, hoy en el Nuevo Testamento Dios vive en medio de la iglesia, en medio de nosotros.

La Presencia de Dios trae Bendición.

La Presencia de Dios trae Descanso.

La Santidad y la Alabanza atraen la presencia de Dios.

Sobre la Santidad, Juan 14:23 nos dice

“Jesús le contestó: Si alguien me ama, también me obedece. Dios mi Padre lo amará, y vendremos a vivir con él.”

-Juan 14:23

Dios es Omnipresente, es decir, que está en todo lugar, Dios ve las obras de cada uno de nosotros, Dios ve todo lo que hacemos, pero es muy diferente que Dios sea Omnipresente a que Dios viva en un lugar.

Seamos como Moisés y anhelemos la presencia de Dios sobre todas las cosas, que podamos convertir nuestra habitación en un lugar donde habite la presencia de Dios, un lugar intimo donde podemos conocerlo más a través de su palabra, donde podamos pasar tiempo con El, tenemos el privilegio de tener la presencia de Dios entre nosotros, ahora busquemos esa presencia y que Siempre habite en nuestras vidas, que habite en medio de nuestra familia, que habite en medio de su iglesia.